MÓDULO 2
AUTOESTIMA Y AUTOCONFIANZA EDITADA EN WP
Objetivos del módulo
Durante esta semana centraremos toda nuestra atención en dar respuesta a las siguientes preguntas:
- ¿Qué nos dice la neurociencia sobre la autoestima?
- ¿Es posible mejorar nuestra autoestima?
- ¿Cómo está relacionada nuestra autoestima con nuestra autosuficiencia? ¿y con nuestra capacidad de autocrítica?
- ¿Eres crítico contigo mismo?
- ¿Cómo podemos aumentar la confianza en nosotros mismos?
- ¿Qué son las creencias limitantes y qué técnicas y/o prácticas podemos utilizar para superarlas?
¿Qué es la autoestima?
El concepto de autoestima o autoimagen, como también se le suele llamar, no es ni más ni menos que la interpretación subjetiva que una persona hace de sí misma, es decir, de lo que vale por sus propios méritos y virtudes, de lo que es capaz (o no) de hacer y de lo que representa para los demás. Si tu autoestima está por los suelos, tus actos y, por lo tanto, el resultado de los mismos, estarán al mismo nivel. ¡Mucho cuidado!
La autoestima de una persona nace de una comparación. Una comparación entre cómo se ve ella misma y cómo piensa que tendría o debería de ser. Esta comparación se podría establecer desde diferentes prismas. Por ejemplo, respecto a una figura pública suficientemente conocida y que cada uno pueda tomar como modelo de comparación (científico premiado, líder empresarial, artista reconocido, deportista famoso, etc.,), y también podría ser respecto a un modelo social fundamentado en el entorno familiar o local en el que vivamos o nos relacionemos, por ejemplo, si en nuestra familia todos sus miembros son, o han sido universitarios, nuestra autoestima podría ser más o menos positiva en función de que podamos o no llegar a serlo también.
Otra perspectiva sobre la que evaluar la autoestima de cualquier persona puede basarse en el grado de autosuficiencia que ésta tenga. A mayor nivel de autosuficiencia, menor predisposición tendrá la persona a recibir un comentarios y sugerencias externas y, por tanto, a dar una oportunidad a la posibilidad de cambiar. Una persona con un alto nivel de autosuficiencia es aquella que invariablemente se aleja de la realidad y hace oídos sordos a toda injerencia en su forma de pensar o de actuar y, por consiguiente, cercena la posibilidad de aumentar su nivel de conocimiento, aprendizaje y crecimiento personal.
En el otro lado de la balanza nos encontramos el grado de autocrítica de cada persona, es decir, la medida en que cada persona admite una opinión externa. Mayor capacidad autocrítica implica mayores posibilidades de poder encontrar motivos para cambiar y aprender.
La autocrítica a su vez puede ser de dos tipos:
1) Autocrítica pasiva: es aquella que simplemente supone prestar atención a cualquier comentario u opinión exterior, pero sin analizarla de manera sosegada y sin admitir interpretaciones que puedan poner en duda la información que nos llega por esta vía, que aceptamos y utilizamos para cambiar y aprender interiormente.
2) Autocrítica activa: es aquella que de manera proactiva nos permite buscar información y comentarios de otras personas que nos ayudan a encontrar datos útiles para conocernos mejor a nosotros mismos, pero en este caso analizando cada opinión y cada dato, es decir, valorando la utilidad y legitimidad de las opiniones que recibimos de otras personas.
De la capacidad de autocrítica, pasiva o activa, que posea una persona dependerá el nivel de conocimiento interior que tenga de sí misma.
Con estos breves comentarios sobre la autosuficiencia y la autocrítica no estamos queriendo decir que sean más o menos beneficiosas para la persona, simplemente queremos dejar constancia de que ambas afectan indudablemente a su autoestima, y que ambas se deben tener muy en cuenta a la hora de evaluar la forma de vernos y evaluarnos a nosotros mismos. Todos estos procesos mentales están muy arraigados en nuestro cerebro y, por tanto, han sido evolutivamente muy útiles, por lo que no son precisamente procesos prescindibles o que podamos bloquear. Lo único que debemos de aprender es a utilizarlos de una forma positiva.
¿Qué nos dice la neurociencia sobre la autoestima y la autocrítica?
La autoestima y la autoconfianza, son dos aptitudes que han evolucionado con el ser humano y que son un elemento central en procesos cerebrales fundamentales.
En su conjunto, la autoestima se forma a partir de la percepción de nosotros mismos, pero también en base a memorias que definen nuestro entorno, es un proceso realmente complejo que a día de hoy sigue siendo tema de estudio de psicólogos y neurocientíficos y que aún no logramos comprender. No es de extrañar que la autoestima se forme en base a la comparación, ya que, por norma general, aprendemos por imitación, por lo cual es muy fácil que tendamos a comparar. El problema aparece cuando esta comparación se hace desde una perspectiva negativa.
Una de las regiones responsables de este proceso, o al menos una de las más importantes, es la amígdala (Neuroconcepto); un estudio reciente (Wang et al., 2015; enlace) ha comprobado por resonancia magnética cómo esta región del cerebro juega un papel fundamental en la autoestima. Para ello, se analizaron más de 180 estudiantes a los que se sometió al test de Rosemberg, el más utilizado para medir la autoestima, y se observó una activación de esta región cuando los estudiantes pasaban dicho test. Otra región implicada, es el córtex prefrontal (Neuroconcepto), donde precisamente se codifica nuestra personalidad, toma de decisiones, etc. De forma clásica, se ha considerado que ésta es la región que realmente nos hace humanos, ya que en ella se albergan rasgos, patrones, y conductas, como la autoestima.
A pesar de ello, gran cantidad de expertos restan importancia al rol de la autoestima en nuestro comportamiento; lo cual es un gran error. Existen una serie de patologías y trastornos asociados al sistema nervioso donde la alteración de la autoimagen, la falta de autoestima, etc., son síntomas o indicadores de estas enfermedades. Una de las principales alteraciones asociadas al cerebro, y con mayor prevalencia hoy día, tiene una base fundamentada en alteraciones de la autoestima. Estamos hablando de la depresión.
Comprender cómo la autoestima puede llegar a regular procesos fundamentales que conlleven a una patología, es fundamental y si nos detenemos y pensamos el impacto que puede tener la autoestima sobre nuestro cuerpo, encontramos que alteraciones de la misma pueden subyacer en enfermedades como la obesidad (Bonsaken et al., 2015; enlace). Y todo esto ocurre porque la autoestima, al igual que muchos procesos, tiene una gran prevalencia evolutiva, ya que, según diferentes estudios, jugó un papel fundamental en la supervivencia de nuestros antepasados y, por lo tanto, se basa en procesos totalmente arraigados en nuestro cerebro. Por lo tanto, debemos comprender que la percepción que tenemos sobre nosotros mismos es fundamental en nuestro día a día.
Al igual que con la autoestima, un estudio realizado con individuos sanos en 2014 mostró mediante imagen de resonancia magnética funcional cómo en estos procesos de autocrítica está implicado el córtex frontal lateral (Agroskin et al., 2014; enlace). Conocer las distintas funciones del cerebro y poder relacionarlas con las regiones responsables de las mismas está siendo uno de los mayores avances de la medicina en los últimos tiempos, ya que nos ayudará a comprender mucho mejor los procesos subyacentes a muchas enfermedades y, por lo tanto, a descubrir nuevas aproximaciones terapéuticas. Aunque no es nuestro tema en este caso, es importante saber que alteraciones en procesos tan habituales como la autoestima o la autocrítica pueden desencadenar enfermedades graves y afectar de una forma muy drástica nuestro día a día; por ejemplo, la autocrítica exacerbada y negativa aparece como un factor común en adolescentes con trastornos de la alimentación y, al igual que los trastornos de autoestima, aparece asociada a procesos de depresión.
¿Cuál es la ruta más segura para nuestro viaje?
Nuestro camino llega a una encrucijada transcendental. Vislumbramos en el horizonte cómo se acercan nubes negras que amenazan en convertirse en una furiosa tormenta. ¿Qué hacemos? ¿Abandonamos nuestro deseo de llegar al destino planificado? ¿Buscamos otra ruta alternativa? ¿Echamos el ancla y esperamos a ver qué pasa? La respuesta a estas cuestiones está sin duda alguna en la autoconfianza. Si queremos llegar a nuestro destino y alcanzar nuestro liderazgo personal, deberemos apoyarnos en nuestra autoconfianza.
La autoconfianza
Nuestras acciones o comportamientos siempre se transforman en resultados. Cuando queremos obtener algo (material o no) intentamos actuar de la mejor forma posible para alcanzar nuestros objetivos. Estarás de acuerdo con esta afirmación, ¿verdad?
El problema viene cuando actuamos sin pensar y sin tener un objetivo o idea clara de por qué hacemos tales actos. A veces actuamos por mero compromiso o sabiendo de antemano que los actos que realizamos no nos van a conducir al objetivo final que perseguimos con ellos. Eso, de hecho, trae consigo que la mayoría de las veces no obtengamos los objetivos buscados, o que, de obtenerlos, estos sean muy limitados. En estos casos aparecen la frustración y el sentimiento de fracaso.
Muchos investigadores han estudiado este fenómeno llegando a la conclusión de que el ser humano generalmente no cree en su verdadero potencial. Según el investigador y escritor norteamericano Anthony Robbins, nuestro potencial es enorme, pero solo lo llegamos a desarrollar mínimamente a lo largo de nuestra vida. ¿Qué es lo que nos ocurre para que esto sea así? ¿Por qué no aprovechamos todo nuestro potencial al máximo?
A nivel psicológico, se asume que la base del éxito, y quizá la explicación de por qué unas personas tienen más éxito en la vida que otras, reside en las creencias que tenemos cada uno de nosotros, ya que, en el fondo, somos lo que creemos.
Un peldaño más arriba de nuestras creencias están nuestras convicciones, que podemos definir como creencias que no estamos dispuestos a cuestionar y que, por lo tanto, no van a ser influenciadas por nuevas informaciones. Las convicciones son las que nos permiten asumir grandes retos en nuestras vidas. Anthony Robbins muestra en su libro Poder sin límites, un esquema como el siguiente:
Este esquema nos puede ayudar a entender cómo actuamos frente a cualquier reto (pequeño o grande) que nos propone la vida. En primer lugar, si yo creo que puedo conseguir algo, daré instrucciones a mi cerebro y a mi cuerpo para que empiece a actuar a favor de conseguir ese objetivo. Estas instrucciones deberán pasar por el filtro de mi potencial. Si la creencia en mi potencial es alta, más energía pondré en mis acciones y esto nos conducirá al logro de unos resultados. Si los resultados obtenidos derivan en la consecución de mi objetivo, eso hará aumentar la certidumbre de mis creencias y mi potencial. Esto, traducido a nuestras emociones y sentimientos, se podría enunciar con la siguiente expresión: “lo logré. Estaba seguro de que podía hacerlo. ¡Ahora estoy más preparado para asumir otros retos más importantes!”.
Quizás hayas ya llegado a la conclusión de que la clave para conseguir un objetivo es incluir éste dentro de tus creencias. Ahora bien, como señala Alex Rovira (2006), “deseo sin acción es ficción; deseo con acción es realización”, es decir, los hechos son los que harán realidad tus creencias y, con ello, aumentarán tu potencial, así que ¡manos a la obra!
¿Qué nos dice la neurociencia sobre la autoconfianza?
A nivel sociológico, la autoconfianza ha jugado un papel fundamental en nuestra evolución: no debemos olvidar que, frente a una situación de peligro, la autoconfianza de un individuo puede suponer una fuerte liberación de adrenalina y otros neuroquímicos en el cerebro que pueden decantar la balanza a su favor.
A nivel científico, se ha demostrado que la creencia popular de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro es falsa, ya que solo con el uso de nuestro cerebro más ancestral o reptiliano, el que controla nuestras funciones vitales, utilizamos más del 10% de la masa cerebral. Además, estamos constantemente integrando información, relacionándola con memorias pasadas o creando nuevas. Esto es una buena noticia que desecha una idea limitante y que nos lleva a la conclusión de que, como dijo Santiago Ramón y Cajal: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”.
A nivel psicológico, y en base a lo que sostiene la teoría de la Programación Neuro-Lingüística (PNL), podemos decir que “somos lo que creemos”. Pero, ¡cuidado con esta afirmación!, puesto que diferentes estudios señalan que los seres humanos tendemos a caer en el autoengaño. Hay estudios con resultados paradógicos y divertidos que muestran esta tendencia, como por ejemplo uno realizado con estudiantes universitarios en Suecia, en el que el 77% de los encuestados creían que conducían de un modo más seguro que la media; algo estadísticamente imposible (Svenson, 1981; enlace). Los psicólogos ven el autoengaño controlado y no patológico como algo positivo, ya que fortalece la autoconfianza.
Como se suele decir “la realidad no es verdad ni mentira, solo depende del color del cristal a través del que se mira”. En ese sentido, las creencias nos proveen de un sentimiento de certidumbre de que algo es cierto porque lo “vemos” así, por lo que cada persona vive su propia realidad a través de esas “gafas” o creencias, basadas en una serie de experiencias y conocimientos acumulados durante nuestra vida. Estas memorias están ubicadas en nuestro hipocampo y están muy asociadas a nuestra respuesta frente a diferentes estímulos. Al igual que las hemos creado esas “gafas”, nosotros mismos somos capaces de cambiarlas. Sin embargo, modelar nuestra forma de pensar implica sistemas complejos a nivel cerebral, por lo que no es un proceso que se consigue de la noche a la mañana. Adquirir un hábito no es un proceso fácil.
A la hora de cambiar nuestras creencias, incorporar un hábito a nuestra vida, etc., no debemos olvidar la plasticidad de nuestro cerebro y cómo funciona. Diferentes estudios muestran que convertirse en experto en alguna habilidad nos lleva entre 1.000 y 10.000 horas de práctica. Además, se ha demostrado que la práctica de una técnica (p.e. tocar un instrumento) favorece las conexiones cerebrales implicadas en el proceso (más información), al ayudar en la mielinización de los axones de nuestras células nerviosas.
Por tanto, la neurociencia prueba que “pasar a la acción” y aplicar cambios profundos es posible, siempre y cuando seamos perseverantes y eduquemos a nuestro cerebro para ello.
Atravesaré la tormenta, porque mi destino está detrás.
Muchos nos dijeron que a estas alturas del trayecto encontraríamos tormentas virulentas que nos harían volver a puerto para poner a salvo el barco, que muchos otros lo habían intentado pero que habían tenido que regresar. Aun así, nosotros hemos afrontado tormentas similares, poseemos un excelente dominio de las técnicas de navegación, creemos que podemos conseguirlo y, por lo tanto, confiamos en superar la tormenta. Eso sí…no será una tarea fácil.
Somos lo que son nuestros objetivos.
Las creencias limitantes.
El éxito de una persona dependerá de los objetivos que ella misma se plantee conseguir a lo largo de su vida. Desde este punto de vista, nadie es mejor que sus objetivos. Si estamos de acuerdo con esta afirmación, estaremos en disposición de decir que, si tus objetivos son grandes, tus éxitos, de conseguirlos, también lo serán; por otro lado, si tus objetivos son pequeños, también lo serán tus éxitos. Por ello, será importante analizar nuestras creencias ya que, en buena medida, influyen en la elección de nuestros objetivos.
Como hemos visto anteriormente, nuestras creencias filtran la realidad y con ello potencian o limitan nuestra capacidad de acción. Identificar aquellas creencias que nos limitan es crucial para poder pensar en la consecución de objetivos ambiciosos y en adaptar nuestro nivel de desempeño para lograrlos.
Las creencias limitantes, aquellas que son negativas o perjudiciales para nosotros, tienen una característica común: no son fáciles de descubrir por nosotros mismos, ya que se encuentran casi siempre ocultas en nuestro inconsciente.
¿Quieres aprender una magnífica técnica para descubrir tus creencias limitantes? Vamos allá.
Primer paso. Escribe en una lista todo aquello que no se te dé bien hacer, aquella(s) actividad(es) o función(es) en las que te desenvuelvas como un “pulpo en un garaje”, en donde te sientas incómodo y no seas capaz de desarrollar todo tu potencial. Lo que te estamos pidiendo no te costará casi esfuerzo, ya que a la mayoría de las personas nos es más fácil reconocer nuestros defectos que nuestras virtudes. Algunos estudios indican que esto es así porque desde niños la sociedad tiende a enseñarnos que debemos ver el “vaso medio vacío” en vez de medio lleno y, por lo tanto, apreciar antes los aspectos negativos de nuestra naturaleza que los positivos. Es decir, se critica siempre más que se elogia.
Segundo paso. Analiza cada punto de la lista del modo más aséptico y objetivo posible intentando averiguar la causa de tu comportamiento y de cómo te hace sentir. Si el primer paso ya nos iba a costar un poco, éste mucho más, pero la recompensa valdrá la pena. Así que no dejes de preguntarte por qué hasta que llegues a la raíz de la causa.
Tercer paso. Construye tu plan de actuación para eliminar las creencias limitantes. Una vez detectadas las causas de tus creencias limitantes, llega el momento de elaborar un plan para eliminarlas o paliarlas todo lo posible. Revisa el siguiente ejemplo para que entiendas lo que te proponemos.
– Pienso que soy un desastre con el inglés.
( ¿Por qué lo piensas? )
– Porque la última vez que tuve que hablar con un cliente en ese idioma éste no me entendió y perdí una buena venta.
( ¿Cuál fue según tu opinión el motivo? )
Me puse muy nervioso y las frases que reproducía resultaban inconexas y sin sentido.
( ¿Por qué te pusiste nervioso? )
No esperaba que tuviera que hablar directamente con el cliente, hacía tiempo que no hablaba este idioma y la situación me sorprendió un poco. Es una lástima ya que dentro de la empresa quien mejor conoce el producto soy yo.
( ¿Qué crees que te ayudaría a poder conversar tranquilamente en inglés con un cliente? )
Podría dar un curso de reciclaje de idioma intensivo y así en unas pocas semanas o meses recuperar el nivel que tenía. Por supuesto deberán ser clases totalmente prácticas que simulen una conversación real y dirigida a vender un producto.
( ¿Cuándo piensas empezar con dicho curso de reciclaje? )
Ahora estoy un poco liado, supongo que pronto ya que es una herramienta capital que necesito para mi trabajo.
( Te repetimos la pregunta, ¿cuándo te matricularás para empezar el curso?, ¿qué día comienzas? ¿con qué frecuencia acudirás a estas clases? ¿te has puesto un plazo para terminar dicho curso?)
El próximo miércoles acudiré al centro de estudios que hay al lado de mi empresa y aprovecharé una de las dos horas que tengo para comer, tres veces por semana, para realizar estas clases prácticas y, así, en 2 meses ya habré adquirido el nivel requerido.
Ejercicio/práctica de reflexión.
De creencias limitantes a creencias positivas
Acabamos de describir una técnica detectar y eliminar nuestras creencias limitantes. Es momento ahora de aprender a potenciar nuestras creencias positivas.
El proceso para encontrar y sobre todo potenciar nuestras creencias positivas es muy sencillo, pero requiere de un trabajo metódico y continuo por tu parte:
1º) Busca un lugar tranquilo, cómodo y sosegado. Procura que durante el tiempo que dura esta práctica no te interrumpan con el móvil, trabajo, etc., interesa que estés lo más concentrado posible.
2º) Escribe al menos diez experiencias positivas o momentos vividos en los que conseguiste éxitos o cualquier logro personal del que puedas sentirte orgullos@. Debes de conseguir escribir al menos diez experiencias positivas.
Algunos ejemplos que te pueden ayudar:
Cuando conseguí graduarme….
Cuando conseguí mi primer cliente…
Cuando conseguí la primera cita con pareja…
Cuando conseguí pasar el proceso de selección y obtener mi primer trabajo…
Cuando tuve que dar el discurso de inauguración de la nueva sede de la empresa…
Cuando logré cerrar aquella negociación tan dura….
Cuando logré mi primer ascenso….
Cuando acabe mi primer cuadro, mi primera maratón,…aquel curso de inglés…
Es decir, cualquier logro que para ti suponga un éxito o una experiencia positiva puede ser reflejado en esta lista que te pedimos y, ¡recuerda!, todos y cada uno de nosotros tenemos éxitos de los cuáles enorgullecernos y reflejar, de distintos niveles y contextos. No hay éxitos insignificantes si esas experiencias positivas son importantes para ti.
3º) Extrae las habilidades o cualidades diferentes que utilizaste en cada uno de los logros de la lista. Como estimamos que en cada una de estas experiencias utilizaste al menos dos habilidades, debes obtener una lista adicional de al menos veinte cualidades.
4º) Elabora enunciados positivos en base a grupos de habilidades y/o cualidades que tengan relación entre sí, que te puedan servir para cada situación o reto que tengas que abordar en tu vida y, sobre todo, que te permitan apoyarte en ellas para aumentar la base de tus creencias positivas. Algunos ejemplos:
“Soy capaz de sintetizar las ideas y puntos importantes que quiero comunicar. Por ello, y dada mi gran oratoria, puedo expresar con claridad lo que necesito y representar con eficacia a mi organización/empresa”
“Mi capacidad de trabajo me permite afrontar cualquier reto por muy difícil que éste sea. Ser organizada y metódica en mis actividades rutinarias me hace ahorrar tiempo y ser más eficiente en mi vida profesional y personal”
“La improvisación y toma de decisiones bajo presión se me dan bien. Cuando la urgencia llama a mi puerta es cuando doy lo mejor de mí, ya que sé discriminar entre actividades prioritarias y otras que no lo son”
“Me gusta escuchar activamente y analizar las opiniones de los demás. Ello me permite ver más allá y no quedarme en la superficie de los problemas”
5º) Lee cada mañana, cuando te levantes, estas afirmaciones para interiorizarlas. Verás cómo en unos días no hará falta repasarlas, las tendrás grabadas en tu mente y ello te hará generar creencias positivas desde el comienzo del día. Con ello ganaras en autoestima y sobre todo en autoconfianza.
Utiliza estas afirmaciones cuando lo estimes oportuno y ante cualquier reto o situación que te sobrevenga en tu vida profesional y personal. Estas leyendas resumen tus habilidades y/o cualidades porque las has extraído de las experiencias y situaciones positivas que has vivido. No te las has inventado, son tuyas, las tienes…son tus poderes, tu ventaja competitiva.
¡Prueba esta práctica y obtendrás resultados muy pronto!
Neuroconceptos
- Amígdala: estructura con forma de almendra, formada por neuronas y ubicada en el lóbulo temporal. Forma parte del sistema límbico, el cual se encarga de procesar y almacenar nuestras emociones y las reacciones basadas en estas. Tiene diversas funciones fundamentales como las respuestas a estrés o la modulación de la memoria (consolidación de la misma). Diferentes estudios han observado como aparece alterada en enfermedades neurodegenerativas.
- Córtex prefrontal: región de nuestra corteza cerebral que ocupa la región de protegida por nuestra frente. Es una región fundamental en la evolución del ser humano de hecho conforme hemos ido evolucionando, ha incrementado su tamaño de una forma realmente significativa. En él se alberga nuestro comportamiento, toma de decisiones, funciones motoras, memoria de trabajo, potenciación de la memoria, etc.
- Hipocampo: tercera región fundamental que ha aparecido en este módulo. Pertenece al sistema límbico y a la corteza cerebral, y recibe este nombre porque a nivel anatómico es muy similar a un caballito de mar. Desempeña funciones fundamentales en el desarrollo de la memoria a corto plazo y de la potenciación y establecimiento de la memoria a largo plazo. Además, alberga el “GPS cerebral” un sistema formado por neuronas que nos ayudan a situarnos en el espacio y a tener memoria espacial.
Películas que hablan sobre los temas de este módulo.
El Profesor. Director: Tony Kaye.
Up in the air. Director: Jason Reitman.
Gattaca. Director: Andrew Niccol.
Bibliografía que trata sobre los temas de este módulo.
Anthony Robbins. (1986) “Poder sin límites”.
Alex Rovira (2006). “Los Siete Poderes”.
Wolfgang Hoffmann (2013). Creencias limitantes: Modelo ITCL.
El autoengaño. Revista Mente y Cerebro Nº65
La nariz de Charles Darwin y otras historias de neurociencia. Jose Ramón Alonso
Esquema de autoestima y autoconfianza